En el modelo clásico, la comunicación y el marketing se distinguían por el target: uno se dirigía a los compradores y otra al conjunto de la sociedad. Ahora es más complicado, con toda esa retórica de la visión, misión, valores… que empapa la construcción integral de la marca.
Esto no es malo, pero se convierte en problema quieres hacerlo en todas y cada una de tus acciones de comunicación.
¿En una acción con un cliente le robarías tiempo a explicar tu propuesta comercial, para hablarle de tu filosofía, los joven y guay que es tu equipo y las superrondas que cierras?
Pues cuando hablas con la sociedad es lo mismo. No es decirle a la gente lo que quiere oír, sino hablarle de lo que le interesa. Si sólo quieres hablar de ti mismo, el efecto es el mismo que si entras en un foro como Exedra a vender cursos de trading con bitcoins.
> ¡Pero si yo hablo de valores!
No te autoengañes: tú hablas de tu ombligo. Y por eso se critica el postureo en redes como LinkedIn. Porque no nos fiamos de nadie que diga que su ombligo es más bonito que el nuestro.
La diferencia está en que en la sociedad hay unos ‘gatekeepers’ llamados periodistas que filtran ese ruido.
Y no, no siempre es por oscuros intereses económicos, sino sencillamente tiene un espacio limitado para regalarlo sin más al ego de nadie.
Así que si quieres transmitir honestamente tus valores, no los cuentes, muéstralos.